lunes, 14 de agosto de 2017

Niños con P.C.I, sordera, deficiencia mental y anartria pueden aprender en la misma clase


Esta semana anteúltima de julio de 2017, me ha llamado Eugenio Reyes para que explicara en un documental algo de su historia.
El fue uno de mis primeros y más queridos alumnos de allá por el año 1974 en el gabinete de Doña Marta Susana Torres de Tristani en la Av. Marqués del Turia esquina con Antiguo Reino de Valencia.
Después porque aquel gabinete fue traspasado y gracias a que la mamá de Salvado Lozada me localizó, a ellos dos a Quique Oltra y a otros niños seguí atendiéndolos en mi domicilio de la calle Serrano Flores, en el de la Av Primado Reig y en mi gabinete de Alvaro de Bazán.
Eugenio un precioso rubio de 3 añitos con PCI, Salva con 4 años y un grave síndrome anártrico, ambos muy inteligentes, Quique también pequeño con deficiencia mental y más tarde, Rafael Fernández sordo de nacimiento, fueron compañeros de clase durante algunos cursos escolares. También compartieron clase con alumnitos que se incorporaban porque tenían dislalias o dislexia.

En clases de 5 ó 6 niños, con 1 profesora sola o con ayudante estos niños elegían objetos o carteles con los que comenzábamos a interactuar.
Una gran pizarra, hojas grandes en su atril, un calendario, consignas escritas, letras y las carpetas de cada uno en las que íbamos incorporando figuras, dibujos, palabras y oraciones, estaban siempre a nuestra disposición, a la de sus familiares y de sus profesoras escolares. Lamentablemente éstas últimas no tenían tiempo de consultarlas ni de incorporar algo de interés del niño.
En cada actividad cada uno participaba en aquello que podía realizar, buscaba, repartía, decía, repetía, escribía, copiaba, armaba. etc .
De esa manera, muy motivados por participar y por aprender de lo que realizaban sus compañeros aventajados en una u otra área, todos lograron una comprensible comunicación verbal oral y escrita. Sus carpetas, grabaciones en cassettes y en vídeos así lo testimonian.

Los avances de cada uno merecen un capítulo aparte.

Como algunos otros alumnos, ellos han sido “casos de libro“ de los que he comentado muchísimas estrategias empleadas cuando profesionales que solicitaban ayuda por alguno de los casos que atendían, pedían una programación y controles de la terapia que realizaban o acudían a grupos de estudio.
Es esos grupos de estudio, en los que todos compartíamos todo lo que sabíamos sobre todo de estrategias para la motivación de cada casocada uno/a exponía las dificultades del caso que atendía, y entre todos las analizábamos y sugeríamos juegos y ejercicios que ayudasen en la solución del problema.
Desearía continuar con esta labor de ayuda a cualquier profesional que la requiera, sobre todo a aquellos que solicitan profesores logopedas en las carreras de logopedia y a docentes que ven ausentarse de sus clases a niños (¿en proceso de integración?) que necesitan refuerzo logopédico o pedagógico y a los que tienen alumnos con mínimos problemas que suponen solucionarán con el tiempo. 

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